Alfredo Zitarrosa
Canta el cantor su pena y sus alegrías,
pero nunca ha podido cantar las mías.
Yo tampoco las canto, porque mis penas
de ser tan sólo mías, son como ajenas.
Y cuando estoy contento, tampoco canto,
no sea que de las risas vengan los llantos.
Con cada canto nuevo, siente el que canta
que le sube la vida por la garganta.
Los cantores que cantan cosas prestadas
son como los gorriones, van en bandadas.
Mejor cantar poquito, como el hornero,
y levantar el nido frente al pampero.
No hay canción que me cante, dice el trovero,
para el buey de adelante sobra el sendero.
Porque el canto me sale, como aprendido,
desde el nacer peleando contra el olvido.
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