sábado, 28 de agosto de 2010

Delirios IV

En estos momentos ando muy metida en el tema del delirio, del latín "de-lirare": salir del surco al labrar la tierra. Esa definición me tiene en éxtasis hace veinticuatro horas, me da vueltas y vueltas por la cabeza. Por ahora, dejo que se asiente y espero que dentro de poco dé sus frutos. He estado leyendo bastante del tema, y recordando mis lecturas de cabecera, en una suerte de ida y vuelta entre el pasado y el presente. Hoy siento muy presente el pasado, y tengo ganas de labrar la tierra de la memoria. Sin embargo al hacerlo sé que corro el riesgo de quedarme anclada en los surcos del tiempo. La consigna entonces es clara: salir del surco, quebrar la lógica impuesta, ser inadecuada. Todo lo siniestro es tan familiar, todo lo familiar es tan siniestro. En definitiva, hay mundos allí fuera listos para ser delirados, a piacere y sin culpas. Y sí, todo esto es la antesala de la creación, de la transformación, de esa alquimia del verbo a la que aludía Rimbaud. Otra vuelta de tuerca.