miércoles, 2 de julio de 2008

interludio X

Nómade, nómada, el diccionario acepta ambas acepciones. Hoy me siento un poquito más nómada o nómade que ayer. Una persona nómade, nómada no tiene un territorio fijo, lo mismo que un pueblo nómada, nómade. Parece que el nomadismo es tan viejo como la humanidad y subsiste junto al sedentarismo. En cierto sentido en mí conviven plácidamente o no tanto ambas cosas: el ser nómade, nómada y el ser sedentaria. Pero hoy tengo ganas de hablar de qué significa para mí ser nómada, nómade y la verdad es la primera vez que lo pongo por escrito, así que desde ya, disculpen las molestias causadas por el arrebato de mis palabras, ya que las atraviesa un furor, propio de una poeta en el linde. Es que ser poeta es ser nómade, nómada porque vivo a medio camino entre el lenguaje y la música; porque los poemas están siempre sin territorio fijo, vagan insólitos de cuarto en cuarto, de pensamiento en pensamiento; los poemas son nómadas, nómades porque no pueden ocupar mil hojas como cómicamente nos obligan a leer los novelistas actuales "decimonónicos" (¡cómo si en la síntesis apretada y sufrida de un verso no cupieran mil palabras!); los poemas vuelan de aquí para allá, añoran anclarse como añoran volar; los poemas son contradictorios y no encuentran sosiego fácilmente en la promesa de atarse largamente a un texto, se comprimen y descomprimen con igual facilidad. Supongo que sufro mentalmente y a veces hasta físicamente este nomadismo poético y los poemas me contagian la fiebre de ser nómade, nómada, de no tener tierra fija, propia.

2 comentarios:

laveron dijo...

"todo
nómade
se huye cóncavo. Se abate
perturbado..."

es de un poema mío que se llama Sin Territorio.

laveron dijo...

me gusta mucho como reflexionas sobre tu yo como poeta sin caer en un diario "íntimo", por decirlo de algún modo. muchas cosas que decís me identifican, por eso me gusta este blog.
me gustaría ver más poemas tuyos aquí.