jueves, 24 de julio de 2008

la piel del crimen

agotamiento
estancada
cada gota se está hundiendo
en la piel del crimen
acaricio el grosor de tu sueño
mojado de sustancia feliz
cuando no escucho los cantos rodados
pienso que será porque han atascado
la puerta levadiza de tu vientre
y te pido que escupas la piedra más grande
en el fuego de mis venas
porque yo tengo la mía
ensuciando mis muñecas de tormenta
y no escucho
el palpitar de las palabras peregrinas en mi pecho
me pesa

mágica

esta máquina
empieza
la hago funcionar
pieza por pieza
su sistema no me es extraño
está todo en la cabeza

esta máquina
rompecabezas
la hago triturar
ciertas asperezas
no es cuestión de limar
sólo falta algo de limpieza

entonces obtengo
una cuota de certeza

esta máquina
piel de corteza

tierra de reveses


paseos por mundos convexos
cuánto viajaba en esos días
se me achicaba la frente
de tanto asombro
bebía el agua como los peces
me arrodillaba para juntar piedras y moluscos
deambulaba por una tierra de reveses
espacios sin fin y segundos incontables
paseos por mundos cóncavos
este muro es interior
vayamos hacia ese subterráneo anhelo
quiero conocer la pequeña piedra
que se esconde en tu mano
no voy a apurarme
este muro es interior
paseos por mundos exteriores
no puedo imaginarme otro paisaje
soy un pasajero más
pero me abro con una velocidad poco común
tus pupilas se dilatan
sudan tus palmas
aprovecho ese instante para soltarme
paseos por mundos interiores
estás adentro
por fin veo con claridad
la oscuridad me permite sentir las fibras
el peso de cada pétalo
es maravillosamente suave
el envolvente aroma lo cubre todo
vuelvo de repente a mi cuerpo
estás adentro
paseos por mundos ajenos
ahora que se ha pasado el momento
el tiempo vuelve a esculpir imágenes
las plantas crecen silenciosas
los peces nadan furtivos
los insectos se mueven callados
hay una necesidad de apagar murmullos
de llamar a la noche rumorosa y leve
de acallar al grillo noctámbulo
de deambular por caminos desdibujados
paseos por mundos propios
(pero no hablaré de aquella estrella
que fugazmente cayó en el mar
así explico su nombre paradójico
fugaz como un relámpago
fugaz como una chispa
fugaz como un acorde
la estrella rompió en el mar su eternidad)

miércoles, 2 de julio de 2008

interludio X

Nómade, nómada, el diccionario acepta ambas acepciones. Hoy me siento un poquito más nómada o nómade que ayer. Una persona nómade, nómada no tiene un territorio fijo, lo mismo que un pueblo nómada, nómade. Parece que el nomadismo es tan viejo como la humanidad y subsiste junto al sedentarismo. En cierto sentido en mí conviven plácidamente o no tanto ambas cosas: el ser nómade, nómada y el ser sedentaria. Pero hoy tengo ganas de hablar de qué significa para mí ser nómada, nómade y la verdad es la primera vez que lo pongo por escrito, así que desde ya, disculpen las molestias causadas por el arrebato de mis palabras, ya que las atraviesa un furor, propio de una poeta en el linde. Es que ser poeta es ser nómade, nómada porque vivo a medio camino entre el lenguaje y la música; porque los poemas están siempre sin territorio fijo, vagan insólitos de cuarto en cuarto, de pensamiento en pensamiento; los poemas son nómadas, nómades porque no pueden ocupar mil hojas como cómicamente nos obligan a leer los novelistas actuales "decimonónicos" (¡cómo si en la síntesis apretada y sufrida de un verso no cupieran mil palabras!); los poemas vuelan de aquí para allá, añoran anclarse como añoran volar; los poemas son contradictorios y no encuentran sosiego fácilmente en la promesa de atarse largamente a un texto, se comprimen y descomprimen con igual facilidad. Supongo que sufro mentalmente y a veces hasta físicamente este nomadismo poético y los poemas me contagian la fiebre de ser nómade, nómada, de no tener tierra fija, propia.