domingo, 21 de diciembre de 2008

interludio XI

El camino de la poesía es un camino sin retorno. Una vez en él no hay modo de desandar los pasos. No es sólo una sensación o un sentimiento, es algo físico también, como una cadena. Ya se ha dicho antes se escribe por necesidad. No hay otro modo. El que piense distinto no es escritor. Se lleva en las venas el ser escritor aunque no se escriba una sola palabra en meses o años o no se publique nunca. Es una actitud y un albedrío. ¡Qué me parta un rayo si no! Sobrevivir es un arte para el escritor en un medio hostil como el actual donde la cultura es siempre un agregado, nunca algo central. No vender el alma al diablo es una lucha diaria y a muerte y el verdadero escritor lo sabe. Perder una batalla no es perder la guerra. Hay que escribir y escribir y no dar el brazo a torcer. También se escriben los poemas dentro de la cabeza, sin papel, y esto es parte de la creación. El punto sin retorno de la poesía. El compromiso está en ser fiel al camino ya iniciado y en continuar transitando hacia lo desconocido.

lunes, 6 de octubre de 2008

un poco de azúcar

la mejor medicina necesita un poco de azúcar
traga el remedio más amargo con un poco
de azúcar y verás qué dulce
ya ni te acordarás del trago amargo

la mejor medicina es mi cuello en tus labios
traga mi remedio más amargo con un poco
de azúcar y verás qué dulce
ya ni recordarás la hiel de mi saliva

la mejor medicina necesita un poco de azúcar
escupe tu veneno en mis púrpuras venas
de azúcar y verás qué dulce
ya ni sabrás donde quedó tu gesto valiente

la mejor medicina necesita un poco de azúcar
traga el remedio más áspero con un poco
de azúcar y verás qué dulce
ya olvidarás la tempestad de mi amarga lengua

survival kit

cómo sobrevivir noviembre
cómo sobrevivir la lluvia negra
y todo octubre
cómo sobrevivir setiembre
ya pasado
pero pendiente
cómo sobrevivir agosto
pesado y muerto
pero pendiente
cómo sobrevivir julio
caluroso y húmedo y hasta el cuello
pero pendiente
cómo sobrevivir junio
desmoralizante y tibio
pero pendiente
cómo sobrevivir mayo
lejano y entredicho
pero pendiente
cómo sobrevivir abril
difícil y callado
pero pendiente
cómo sobrevivir marzo
hundido y visceral
pero pendiente
cómo sobrevivir febrero
perdido en el tiempo
pero pendiente
cómo sobrevivir enero
imposible e incierto
pero pendiente
pero sobre todo
cómo sobrevivir noviembre
si ya en octubre casi
ni puedo

jueves, 24 de julio de 2008

la piel del crimen

agotamiento
estancada
cada gota se está hundiendo
en la piel del crimen
acaricio el grosor de tu sueño
mojado de sustancia feliz
cuando no escucho los cantos rodados
pienso que será porque han atascado
la puerta levadiza de tu vientre
y te pido que escupas la piedra más grande
en el fuego de mis venas
porque yo tengo la mía
ensuciando mis muñecas de tormenta
y no escucho
el palpitar de las palabras peregrinas en mi pecho
me pesa

mágica

esta máquina
empieza
la hago funcionar
pieza por pieza
su sistema no me es extraño
está todo en la cabeza

esta máquina
rompecabezas
la hago triturar
ciertas asperezas
no es cuestión de limar
sólo falta algo de limpieza

entonces obtengo
una cuota de certeza

esta máquina
piel de corteza

tierra de reveses


paseos por mundos convexos
cuánto viajaba en esos días
se me achicaba la frente
de tanto asombro
bebía el agua como los peces
me arrodillaba para juntar piedras y moluscos
deambulaba por una tierra de reveses
espacios sin fin y segundos incontables
paseos por mundos cóncavos
este muro es interior
vayamos hacia ese subterráneo anhelo
quiero conocer la pequeña piedra
que se esconde en tu mano
no voy a apurarme
este muro es interior
paseos por mundos exteriores
no puedo imaginarme otro paisaje
soy un pasajero más
pero me abro con una velocidad poco común
tus pupilas se dilatan
sudan tus palmas
aprovecho ese instante para soltarme
paseos por mundos interiores
estás adentro
por fin veo con claridad
la oscuridad me permite sentir las fibras
el peso de cada pétalo
es maravillosamente suave
el envolvente aroma lo cubre todo
vuelvo de repente a mi cuerpo
estás adentro
paseos por mundos ajenos
ahora que se ha pasado el momento
el tiempo vuelve a esculpir imágenes
las plantas crecen silenciosas
los peces nadan furtivos
los insectos se mueven callados
hay una necesidad de apagar murmullos
de llamar a la noche rumorosa y leve
de acallar al grillo noctámbulo
de deambular por caminos desdibujados
paseos por mundos propios
(pero no hablaré de aquella estrella
que fugazmente cayó en el mar
así explico su nombre paradójico
fugaz como un relámpago
fugaz como una chispa
fugaz como un acorde
la estrella rompió en el mar su eternidad)

miércoles, 2 de julio de 2008

interludio X

Nómade, nómada, el diccionario acepta ambas acepciones. Hoy me siento un poquito más nómada o nómade que ayer. Una persona nómade, nómada no tiene un territorio fijo, lo mismo que un pueblo nómada, nómade. Parece que el nomadismo es tan viejo como la humanidad y subsiste junto al sedentarismo. En cierto sentido en mí conviven plácidamente o no tanto ambas cosas: el ser nómade, nómada y el ser sedentaria. Pero hoy tengo ganas de hablar de qué significa para mí ser nómada, nómade y la verdad es la primera vez que lo pongo por escrito, así que desde ya, disculpen las molestias causadas por el arrebato de mis palabras, ya que las atraviesa un furor, propio de una poeta en el linde. Es que ser poeta es ser nómade, nómada porque vivo a medio camino entre el lenguaje y la música; porque los poemas están siempre sin territorio fijo, vagan insólitos de cuarto en cuarto, de pensamiento en pensamiento; los poemas son nómadas, nómades porque no pueden ocupar mil hojas como cómicamente nos obligan a leer los novelistas actuales "decimonónicos" (¡cómo si en la síntesis apretada y sufrida de un verso no cupieran mil palabras!); los poemas vuelan de aquí para allá, añoran anclarse como añoran volar; los poemas son contradictorios y no encuentran sosiego fácilmente en la promesa de atarse largamente a un texto, se comprimen y descomprimen con igual facilidad. Supongo que sufro mentalmente y a veces hasta físicamente este nomadismo poético y los poemas me contagian la fiebre de ser nómade, nómada, de no tener tierra fija, propia.

lunes, 23 de junio de 2008

interludio IX

Todo lo secreto nos atrae, naturalmente. Buscamos saber los secretos de todo del mundo, incluso los propios. Queremos saber qué es lo que hace latir a nuestros más cercanos del mismo modo que queremos conocer la vida secreta de personajes famosos, de artistas y escritores. Quizás porque entra dentro de lo inaccesible o prohibido, nos atraiga tanto conocer los secretos de los demás. Quizás venga con nosotros al nacer. En cierto modo somos un secreto para nuestros padres, aunque nos vean en la ecografía. Ven el negativo de la foto, pero hasta el propio nacimiento somos un misterio, rodeado de fantasías y miedos. Aunque muchas madres lo nieguen, en el fondo sienten miedo porque no conocen el secreto que es ese niño que no han efectivamente visto.
Sí, el secreto. Hay cosas que es mejor que nadie sepa. Hay cosas que jamás contaremos a nadie. Hay cosas que jamas nos contarán. Todos tenemos secretos. El secreto nos persigue y al mismo tiempo nos libera de tener que enfrentarnos a nuestros temores y fantasmas. A veces quisiéramos olvidar nuestros secretos. A veces nos olvidamos de lo que queríamos ocultar. El secreto, un arma de doble filo, que corta en ambas direcciones: al dueño del secreto y al que lo descubre. ¿Cuál es tu secreto? ¿Cuál es el secreto que se esconde en cada poema? ¿Cuál secreto es el alma mater de cada libro, de cada obra, de cada escena? Sí, hay secretos que es mejor no descubrir.

viernes, 13 de junio de 2008

despacio a otro espacio

voy a soportar mi tristeza bajo los árboles
despacio me iré transportando en 
su sombra santa
no haré preguntas a sus silbidos
ni contestaré a su silencio frutal
voy a amanecer bajo sus ramas
cerraré mis ojos con sus ojos
y lameré su corteza con su lengua
despacio me iré transformando
en su vértigo vertical

miércoles, 11 de junio de 2008

interludio VIII

Lo que me gusta de escribir es la soledad llanamente. Sin embargo, extraño aquellas épocas cuando tocaba mi instrumento, dígase guitarra, y escribía mis canciones. Extraño la música, las notas, me pican las ganas de volver a tocar. ¿Por qué somos así de contradictorios?¿Por qué cuando cantamos queremos escribir y cuando escribimos añoramos cantar y tocar la guitarra? Es mi ejemplo personal, claro. Pero no sé, me parte la nostalgia estos días más que en otros meses. No sé si será porque estoy escuchando a Luis Alberto Spinetta y a Soda Stereo, si será porque estoy melancólica a secas (sí, ya sé, es diferente la melancolía de la nostalgia pero yo las sufro simultáneamente, temperamento artístico dirán ustedes.) En fin, en definitiva. Que estoy con los achaques de la melancolía y la nostalgia. ¿No me recomiendan un Soma? ¿Alguien sabe cómo se hace para bancarse semejante compañía? Es igual. La noche es mi mejor amiga (ya que mi perro está del otro lado del océano, dígase, Atlántico). Es que tampoco me salen los versos. No es que tenga la cabeza llena de ideas fantásticas que las puedo plasmar en un papel. No es que este estado anímico, del alma, se pase pronto. Es que uno es, y lo digo con pesar, como uno es. Es como que lo llevamos en los genes, en la invisibilidad que transportamos a diario. Somos cuerpos-casas andantes como esos cascarudos que avanzan por la vereda. No sé. Quizás leer a nuestros "padres" ayude como a Rimbaud, Baudelaire, Vallejo, Woolf, Plath. No sé. Quizás escuchar a los poetas del rock también.

martes, 10 de junio de 2008

interludio VII

Es difícil separar lo verdadero de lo falso, lo bueno de lo malo. Eso de encontrar una aguja en un pajar me recuerda muchas veces lo difícil que es hallar un buen poema entre los cientos que escribimos. Pero esto es aplicable a todas las áreas de nuestra vida. ¿No nos cuesta un montón discriminar? ¿No nos cuesta un montón saber distinguir? Sobre todo bucear en nuestro interior y en el interior de nuestros seres más cercanos. A veces es más fácil ayudar al que está a mil kilómetros de distancia y en cambio al que tenemos al lado ni lo vemos. Pero qué digo, es que ni miramos al que tenemos al lado! Le pasamos al lado como si fuera invisible. Y me refiero realmente a los que tenemos muy al lado. Sí, tenemos que dar el salto. Salir de nuestra ceguera. La misma que nos impide ver un buen poema, distinguir una buena canción, apreciar una obra plástica. Del mismo modo, tenemos que salir hacia afuera para ver. No podemos estancarnos para siempre en nuestra angustia interior. Porque aunque cada uno cargue con su cruz, al menos tratemos de darle una mano al que lleva esa cruz que nosotros nunca podremos cargar. Separemos la paja del trigo. Hilemos juntos este telar, este texto. Escribamos las palabras más viejas y las más nuevas. Abramos los ojos, quitemos esta ceguera. Es difícil separar lo verdadero de lo falso, lo bueno de lo malo...

lunes, 28 de abril de 2008

interludio VI

Subiré más poemas. Sucede que estoy escribiendo y armando libros para mandar a concursos. ¿Qué piensan sobre los concursos y en concreto sobre los de poesía? ¿Creen que vale la pena mandar poemas y libros a estos concursos? ¿Son una pérdida de tiempo y un agujero para nuestra vanidad? Sinceramente, no lo sé. Pero a mí me mueve la ilusión de que a alguien le llegue lo que escribo, la ilusión de dejar de vivir en esta especie de solipsismo eterno! También, porque negarlo, el aspecto monetario pesa y mucho. Estoy de acuerdo con Virginia Woolf, en eso de que la mujer para ser una escritora necesita un cuarto propio y por supuesto independencia económica para dejar a la imaginación volar. Sin duda, tener todo el tiempo del mundo para uno mismo es el sueño de toda persona y utilizar ese tiempo para realizarnos como personas y en este caso específico como escritoras/es es fundamental. Vengo escribiendo desde pequeña. Es difícil hacerle comprender a alguien que no vive en su propio mundo, el de su imaginación, lo que es tener un mundo propio, lejos de la supuesta "realidad". Sobre todo cuando se llega a la edad adulta y uno sigue escribiendo poesía, la verdad es que tiene algo de heroico. Y mandar a concurso tiene algo de heroico también: vencer nuestros propios miedos y ser lo suficientemente valientes para enfrentarnos a nuevos y viejos fracasos.

viernes, 18 de abril de 2008

interludio V

Estoy dentro de mi caparazón. Afuera el viento no me deja salir. ¿Por qué debo salir de mi caparazón? ¿Por qué debo estar feliz todos los días? ¿Por qué tengo que cantar sólo de día? El poeta está más despierto a la luz de la luna que frente a los rayos del sol. Y no es ningún cliché tomado del Romanticismo. Me parece que durante el día hay demasiado ajetreo como para que los poemas atraviesen la barrera de la represión. Es en la noche cuando todos, vean sino a los animales nocturnos más pequeños, salimos de nuestros escondites y nos mostramos más verdaderos. Más verdaderamente horribles y más horriblemente verdaderos. En la noche todos los gatos son pardos. Es más fácil, ocultar al poeta en el día, y más fácil hacerlo surgir cuando baja el sol. Como el alcohol, la noche nos desinhibe y nos arrastra hasta lugares desconocidos. El lenguaje sucio y usado todo el tiempo sin la menor discriminación durante el día, se pule, se transforma y se ennoblece en la noche. Generalmente es a partir de las seis o siete de la tarde cuando siento que la energía llega a mis pulmones, respiro de nuevo y es en la madrugada, tres de la mañana pongamos, cuando mis ideas realmente vuelan. En fin, ya son las siete y media de la tarde. Los dejo. Quizás algún poema quiera venir a visitarme.

domingo, 23 de marzo de 2008

interludio IV

Los tiempos del escritor o del artista no son los tiempos del resto de las personas que siguen una rutina puntual cada día. No quiero decir que los escritores no tengan una rutina personal, más bien estoy pensando en esos momentos, en que, por decirlo de algún modo, nos ataca el bichito ese de la inspiración. Es una suerte de momento que todos los escritores y artistas añoramos. ¿Cuándo nos picará el bichito de la inspiración? O también, ¿cuándo vendrá la musa inspiradora? Digo, no podemos forzar la inspiración. Del mismo modo, no podemos alterar nuestra obligada rutina, digamos de levantarnos a la misma hora para ir a trabajar. Y sin embargo, el bichito amado, anhelado, la musa de la inspiración está ahí latente, a la espera, a punto de surgir en cualquier instante. Quizás nos encontremos inmersos en la rutina diaria, quizás estemos tan deprimidos por las noticias locales e internacionales, pero eso no quita que la inspiración toque a nuestra puerta. Claro, es cuestión de tiempos, ¿no? La relación entre el artista (el escritor entra dentro de esta categoría) y la inspiración conlleva las felicidades y penurias de toda relación: hay amor, hay ternura, hay desencuentros, hay rabia. Pero en esa relación de amantes empedernidos que existe entre el artista y la inspiración (y podría agregar, los tiempos de la inspiración)no queda lugar para la indiferencia. El escritor añora el tiempo de la inspiración y la inspiración añora estar en el tiempo del escritor. Se necesitan mutuamente, como el té al agua hirviendo, como la cuchara a la sopa.
¿Cuál será la clave de todo esto? ¿Cómo hacer para zafar de la rutina diaria? ¿Cómo abrimos la puerta a la inspiración? ¿Cómo nos hacemos tiempo para estar inspirados y escribir?

miércoles, 19 de marzo de 2008

interludio III

Hoy siento mucha nostalgia. Es como si la nostalgia me llenara de sueños, como si me buscara en estas noches llenas de cansancio y de insomnio, como si mi boca se llenara de palabras nunca dichas. La nostalgia me ha acompañado siempre en este viaje - viaje de la poesía, viaje de la vida, el viaje de los viajes. Soy propensa al pasado, como si la flecha me llevara de aquí hasta allá, en un interminable pasado sin presente, donde el futuro es un nunca-jamás-país.
Soy propensa a la nostalgia, a dejarme llevar por sus vaivenes inconmensurables. La nostalgia me persigue y se desliza en los intersticios de todos mis poemas con una tenacidad o terquedad insana.
Miro hacia atrás y veo una columna de sal. Miro hacia atrás y veo las marcas. Miro hacia atrás y cuántos saltos, cuántos pasos dados hacia el vacío. Mi poesía se amamanta de la nostalgia como un bebé hambriento de la leche materna. Estoy volcada a todo mi pasado, a todos mis pasados, a los que la nostalgia se inventa cada día, a esas imágenes que me consumen todo el tiempo. Miren, es sencillo, estoy en cuerpo pero nunca en alma. Soy un fantasma, nunca me podrán asir. La nostalgia, la nostalgia, la nostalgia...

miércoles, 30 de enero de 2008

opacidad


hay poemas que no se pueden escribir
tienen atragantado un no sé qué
vienen con la espina magullada desde el vamos
y preguntan insistentes
hacia dónde
vienen sin pisadas y respiran sin aire
vienen sin prisas y sin lentitud
no son
no existen
sin embargo
en la penumbra de un pensamiento
veo sus sombras
sus siluetas descascaradas
los presiento tienen fuerza
se instalan deletrean aúllan
tienen un viento helado en las gargantas
hay poemas que no se pueden escribir